Nuestra nave toca tierra en Addis Abeba, punto de partida hacia un mundo de fuego y azufre. Un vuelo nos transporta a Mekele, la antesala del viaje interplanetario. Tras el aterrizaje, nos reunimos con la tripulación local y nos instalamos en el hotel para recuperar energías antes del gran despegue.

Tras el desayuno, abordamos un transporte especial rumbo a Ahmed Ella, haciendo escala en Belhalle, donde las caravanas de camellos surcan la inmensidad portando bloques de sal como si fueran fragmentos de un astro lejano. Al atardecer, presenciamos un ocaso extraterrestre en el Lago Calum, donde el reflejo del sol sobre la sal crea una ilusoria superficie líquida. Cena y noche en Ahmed Ella.

Avanzamos a través del lago salado rumbo a Dallol, donde la corteza terrestre parece abrirse en colores imposibles. Caminamos sobre mesetas de lava y contemplamos cráteres burbujeantes de tonos neón. En nuestro regreso, observamos a los nómadas Afar extraer sal con métodos ancestrales. Después del almuerzo en Belhalle, la expedición se traslada a Abara, donde nos espera una cena en una casa local.

La ruta nos lleva a través de caminos pavimentados y desérticos hasta el inicio de la caminata hacia Erta Ale, un volcán activo que resguarda un lago de lava hirviente. Durante tres horas ascendemos con linternas, avanzando entre sombras y calor volcánico. En la cima, el cráter resplandece como una ventana al núcleo del planeta. Noche en un campamento cercano.

Nos despertamos antes del alba para presenciar el amanecer junto al lago de lava, un espectáculo que fusiona el fuego terrestre con la luz celeste. Iniciamos el descenso y desayunamos en el campamento base antes de emprender la travesía de regreso a Mekele, donde cerramos la misión con una última cena.

Despegamos desde Mekele rumbo a Addis Abeba, donde finaliza nuestra exploración de este fragmento de Venus en la Tierra. Un viaje que desafió los límites del tiempo y el espacio, dejándonos marcados por paisajes de otro mundo.